Hace un par de años nos compramos un coche nuevo. Un
coche genial, que va muy bien, muy moderno, con muchas
cosas automáticas. Fácil de conducir, seguro.
He tenido varios coches a lo largo de mi vida, todos
originales, todos diferentes. Hace no demasiado tiempo
paseabas por las calles o ibas por las carreteras y los
coches tenían personalidad, si es que un coche puede
tener eso. Las marcas tenían cada una su propia
línea, y aún no interesándote los coches, como era mi
caso, sabías perfectamente la marca de cada uno con los
que te cruzabas, incluso los distinguías de lejos.
Cada marca tenía varios modelos, pero todos tenían algo en
común que te ayudaba a saber a qué familia pertenecía,
si es que los coches pueden tenerla, que yo creo que
antes sí.
Incluso reconocías a la gente por el coche que llevaba, la
variedad y la autenticidad estaba por todas partes.
Aportaba personalidad al coche y al dueño.
Me viene a la cabeza todo esto porque al poco de tener el
coche nuevo fui a comprar a un supermercado, esos que
tienen un gran aparcamiento. Lo aparqué en un sitio
libre y entré con mi carrito a realizar mi compra. Al
salir no recordaba dónde había dejado el coche, eran
todos iguales. Todos casi del mismo color, la misma
línea…. Me costó encontrar el mío, y a partir de
entonces procuré acordarme de dónde lo aparcaba si había
muchos coches en un lugar, y memorizar la matrícula, que
es otra cosa que ya no hacemos. Entonces me dí cuenta
que nunca me había costado encontrar el mío, porque se
distinguía del resto.
Nunca olvidaré la sensación que me produjo elegir un coche
que me gustaba mucho, y escuchar a mis amigos decirme
que ese coche me pegaba, iba conmigo, porque era
diferente.
En resumen, echo de menos esas diferencias que nos hacían a cada
persona y cada coche únicos, y no como ese parking de
un centro comercial donde los coches parecen un rebaño
de ovejas.